El sentido del Dolor

 

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“No podemos perder Ni a uno más”

El dolor llega a nuestras vidas con frecuencia sin avisar, de repente, en silencio y justo por eso nos afecta tanto.

Cuanto quisiéramos que el dolor no existiera, o que por lo menos no llegara a nuestras vidas. Todos evitamos situaciones de dolor cuando podemos hacerlo, pero cuando no nos queda más opción que enfrentar el dolor y a veces acompañado por la angustia sobre el futuro, necesitamos acudir a la búsqueda de sentido para el dolor más grande que no es otro, que el de “uno”.

 Pero no es para nada fácil ni rápido encontrarle sentido a una circunstancia tan oscura y dolorosa como la muerte prematura.

¿Qué sentido puede tener que la vida se trunque en plena primavera?

¿Qué sentido puede tener el peor sufrimiento que se pueda experimentar en un campo de concentración en una cárcel inhumana nazi?

¿Qué sentido puede tener la injusticia en el mundo?

A todas estas situaciones la respuesta es siempre la misma, No tienen ningún un sentido lógico en sí mismas, se necesita construirle algún sentido

Solamente sirviendo a los otros que están en las mismas o en peores condiciones que nosotros, o construyendo con ello, espacios muy inusuales para la Vida, Para aprender a fortalecernos(Antifragilidad). No para aprender a endurecernos.

Una vez al otro lado entendemos que la vida, aunque difícil y dura, merece la pena ser vivida y que el dolor nos hace miembros legítimos de la raza humana.

Entendemos que el dolor (que a todos nos llega o nos llegará una y otra vez sin faltarle a ninguno) es una de las pocas cosas que nos diferencia de las máquinas inteligentes, las temidas Inteligencias artificiales (I.As) que justamente por su falta de emociones, amenazan nuestro futuro.

Un mundo sin dolor tal vez sería perfecto, pero lo perfecto es inhumano[1].El sufrimiento propio, tiene un profundo sentido humanizante. Nos permite ser sensibles al dolor ajeno para poder comprender que somos parte de la misma raza, de la misma familia, bajo el mismo cielo y que en nada se diferencia nuestro dolor. al del vecino, por más encumbrado y acaudalado que este sea.

Es por ese sentido que le construimos al sufrimiento y al dolor, que podemos entender cada lagrima derramada, como la ofrenda más profundamente humana y pura, que podamos presentar ante el altar de la vida (algo que una maquina nunca podrá ni siquiera imitar).

Una ofrenda para recordar todo lo bueno, todo lo noble, todo buen recuerdo, un gesto amable, una palabra oportuna, una muestra de esfuerzo personal, todo lo bueno que te deja la vida de un ser querido que ha partido antes que nosotros. Vida que, por fugaz, valiosa.

Construimos un sentido para que la muerte no se lleve para siempre, todo lo que amamos y hemos vivido. Un sentido eterno que nos de las fuerzas necesarias para seguir el camino que necesitamos recorrer.

 No importa la cantidad de tiempo que nos corresponda en este mundo, solo importa que el tiempo que vivamos, sea de calidez, pidiéndole al altísimo que tenga sentido para nosotros y para quienes amamos.

Nos iremos también algún día, esperando haber cumplido con nosotros y los otros, durante el tramo de camino que nos corresponda bajo el cielo y que podamos agradecer profundamente a quien creamos el dueño y el autor de la vida.

 

¡Que el altísimo nos llene de fuerzas y sabiduría

para pasar este vino agrio!

 

 



[i] A. Brunal

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